El verdadero yo

Desde que nacemos tenemos que cumplir con ciertos requisitos. Recibimos un nombre, una nacionalidad, un número de seguridad social que depende de la región en que hemos nacido. La religión ya ha sido decidida por nuestros padres, cuidadores o trabajadores sociales. Y a veces, antes de llegar a casa, ya tenemos todos los juguetes y libros que se han elegido para nuestro desarrollo educativo. Pero qué pasa con nuestro desarrollo espiritual. Cuando empezamos a crecer, comenzamos a olvidar poco a poco nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero yo. Al crecer se nos presentan los 4 factores. A medida que crecemos se nos enseña en quién confiar y a qué temer. Como debemos comportarnos y parecer según la sociedad. Las escuelas registran nuestro aprendizaje, que determina nuestro futuro. La ansiedad por graduarnos se nos inculca.
Me acuerdo de un profesor que me dio una excelente lección. Debía de estar en los primeros años de la adolescencia cuando tenía problemas en la escuela con un par de mis clases, pero sobre todo suspendía en la suya. Le dijo a mi madre, durante una noche de padres, que no estaba progresando, que iba a suspender y que mi madre debería considerar la posibilidad de transferirme a otra escuela para niños con dificultades de aprendizaje, porque era lento y no me iba a graduar. Mis padres me comunicaron a mí la posibilidad de tener que ir a otra escuela y yo les prometí que me esforzaría al máximo. Un día, mientras me esforzaba por entender lo que la profesora estaba explicando, me llamó estúpida y se burló de mí en clase. Debo admitir que en ese momento me sentí muy triste. Recuerdo que en ese momento recé pidiendo ayuda. Y algo sucedió mientras estaba tranquilamente sentada en clase. Pensé que realmente quería ser un buen estudiante. De repente sentí que esta fuerza interior me invadía y que ya no estaba triste. Simplemente sabía lo que iba a hacer. Me sentí decidida a sobresalir. A partir de ese día me costó muchos sacrificios, porque tuve que dejar de lado todas las distracciones (televisión, videojuegos, etc.) y centrarme completamente en mis estudios. Pero estaba demasiado decidida a pensar en las distracciones honestamente. Estudié hasta tarde. Y otros días me acostaba muy temprano y me levantaba muy temprano por la mañana para estudiar porque esos eran los momentos de mayor tranquilidad en los que podía concentrarme mejor. Y seguí así durante meses. Al final del último semestre me dieron mi boleta de calificaciones y para mi sorpresa y la de muchos de mis profesores me destaqué. Mi madre fue a la noche de la escuela de padres, y me dijo cuando regresó a casa, que le preguntaron en la escuela qué estaba haciendo porque logré subir mis notas en la clase que estaba reprobando pero también subí mis notas en todas las demás clases, lo cual era casi inaudito especialmente en el último semestre. La gran lección que me dio el profesor fue que yo tenía todo lo que necesitaba dentro de mí para tener éxito. Si el profesor no me hubiera empujado, nunca habría sacado esa fuerza interior. A veces nos sentimos cómodos y ser pasivos es más fácil que ser activos. Todos tenemos esa fuerza espiritual dentro de nosotros. No dejes que el exterior te diga quién eres. Asegúrate de conocer tu verdadero yo.
¿Cómo sabemos cuándo estamos en nuestro verdadero yo?
La esencia más pura del amor vive dentro de nuestro corazón. Es nuestra alma la que es nuestro verdadero yo. Cuando no estamos entretenidos con los 4 factores (miedo, preocupación, pensamiento excesivo y ansiedad) estamos en nuestro verdadero yo. Cuando estamos conectados con el alma del maestro y utilizamos nuestra técnica para ayudar a la humanidad, somos nuestro verdadero yo. Necesitamos reconectar con el poder más elevado, la frecuencia más alta. Al hacerlo tendremos la fuerza espiritual para cumplir nuestra misión. Seremos capaces de discernir entre lo real y lo falso. Y lo que es temporal y eterno. Durante mucho tiempo, desde que éramos muy pequeños, nos han dicho lo que está bien y lo que está mal. Cuando estemos en nuestro verdadero yo tendremos la comprensión de que todo es uno. Habla con tu alma.

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